martes, 22 de febrero de 2011

Sortilegeando

Desilusionado de mi propia ilusión
de querer escribirte algo.


En una tarde ya muy tarde para mí contigo,
en los mañanas recordé las noches que perdí
después de ti y tu tiempo a mi lado y
de las que era amante frívolo amante,
recodé el nacer suyo sensual enamorante
que iniciaba cuando la temperatura
no podía mas con el pudor, y
caía desnuda,
rendida y
sublimada ante el horizonte tímido y
hermoso que vestía sus mejores galas y
que sonrojado, se dejaba oscurecer enamorado.

Noches tan amadas que cubrían su sexo
con su negro manto salpicado en lentejuela
cuando sin decoro, y
mínima decencia, copulaban con la nada para engendrar
la luz del día a día y
de cada mañana.

Pero llegaste tú, canalla, en una tarde a rescribirme
el cuento de la vida y
entre frases,
oraciones y
suspiros me trajiste tu mirada verde calma,
la tempestad de tus cabellos,
el enamorar de tu palabra,
tus piernas delgaditas cual jirón de nube
presta a lloverse en mi alma y,
en el viento;
el tañer de las campanas de la iglesia
a todo vuelo que sonaban de tal forma tan divinas
que su canto era perseguido por el batir de las palomas.

Y fue la noche, cual celosa dama,
la que triste,
irritada y
encabronada nos miró en el lecho y
apartó de un tajo tu desnudo cuerpo
de las lindes de mi ombligo tocándole
con negra magia impaciente
al reloj el hombro para que
entre tú y yo todo pasara,
y pasó mi piel de novilunio, de inmediato
tú y las noches se negaron
a ser de mis amores mis amante y
como sortilegio,
mal encanto, o
maldición de mala madre,
condenaron a mi carne y a mi alma a tenerles
sólo entre recuerdos por las tardes, ya muy tarde.


Gayo. 10.2.11 en una encantada tarde extrañando a las amantes noches, viendo que cuando ya es tarde, sólo queda uno solo extrañando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario