martes, 22 de febrero de 2011

Desinverneando

Si vieras cómo miran mis narices
los transeúntes asomar a
un lado y a otro de la calle en busca del llegar
de tus caderas y en el piso
los charcos y
el lodo
que antecede cada una de mis huellas.

Si escucharas cómo suena aquí
en el local mi onicofagia y
el desgraciado eco que semeja
el tañer de las campanas al tronarme
cada dedo y
que suena angustia,
a no tardes,
a la marimba de tu espalda.

Qué te pasa qué no has pasado
a alimentar mis fantasías que fallecen
de bulimia al mirar otras espaldas
donde creo mirarte y
que no llevan ni ilusiones
del perverso de tu aroma.

Si tan sólo enviaras
pañuelos delatores mensajeros
que dijeran donde te ocultas después
de haber dado la vuelta de mi brazo o
por lo menos palomas de la paz de mis angustias,
no estaría escribiéndote algo cursi,
y si algo tal vez inteligente,
quizás hasta sensato,
pero dándote las gracias por haberme
despertado en el lado izquierdo de mi pecho
de nuevo el nuevo revolotear de las avispas y
las mariposas que invernaban hace tiempo.


Gayo 13.2.11 en una tarde en donde me he dado cuenta que las fragancias de marca marcan las narinas, marcan al alma.

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