martes, 22 de febrero de 2011

Esperanceando

Si al menos pudieras escuchar cuantas voces
gritan en mi yo profundo,
cuantas voces retumban como eco en mi cabeza
por el no derrumbes la E de la esperanza
de vivir contigo un segundo, y
después el otro y
uno más hasta darnos cuenta que llevamos dos caminos, o
que los caminos sean tan simples
que terminen siendo uno.
Si supieras que no entiendo de extrañezas
cuando sé, y lo juro, que tu mirada y la mía
se han fundido en un instante, en una sola,
en un acto de sexo que bien podría
enseñarle a la carne como es que de verdad se ama.
Si al menos comprendieras el dolor profundo
que devora sin piedad
la parte izquierda de mi pecho cuando no estas,
cuando no has llegado,
cuando grita la ilusión avienten paja y
mi cuerpo hecho ovillo caen en el derribo
de esperar con esperanza.
Si al menos pudieras escuchar como esas voces
muerden rabia, y
tragan saliva y hiel, y
escupen,
tal vez yo sabría acallaras alguna de esas voces,
y Dios quiera fuere la que dice; aquí no pasa nada,
no hay derrumbe.


Gayo. 20.2.10 en una tarde recordeando que hace un año y un día entré a escribir por primera vez en este portal.

Hieleando

El día que sacaste sin detalles
de una pésima chistera tu adiós,
también sacaste navegando
las estrellas de mis ojos,
no quedó mas que la luz real
que sabe a oscuridad cuando
se ama y
no se es correspondido,
no quedó en mi boca ni una
redentora gota de saliva para
las heridas que nacieron ese día,
esa tarde,
esa casi noche,
ese día sin padre en el que busqué
agua de hiel para endulzar el resabio
de la miel de avispa que dejaste en mis labios
y solo encontré el vinagre de mis ojos,

ese día sin luceros ni rosa de los vientos
se perdió en los recovecos de la noche en pleno y
no se haya,
no se encuentra,
sólo espera terco como yo el cambio de estaciones
para ver por fin si llueve y
regresan a mis ojos navegando las estrellas.


Gayo. en una tarde mustia en la que el sol le ha pegado con saña a la acera y ahora, como arrepentido, deja que el viento se asemeje a una brisa fría como ausencia.

Sabandijeando

Debajo de qué sueño te estarás
cubriendo que no sales ni al llamado
del sol que suena para misa,
dónde te has metido sabandija
piel papel color capitulo en mi historia
que por más que oteo una luna y
falsifico una brújula perfecta
no encuentro el rastro de tu sombra
ni el sonar ni el acercar de tus caderas.

Me gustaría saber si sigues aún pensando
en ese par de aceituna que nadaban como
ojos sin pestañas en la copa martinera
la noche del cóctel en que tu aroma sacó
a bailar a todas mis hormonas,
me gustaría saber si sabes que te he escrito
a doscientas direcciones inventadas o
si en una de esas la casualidad ha estado
de mi parte y
has leído entre mis letras que te extraño y
que me gustaría mirarte la espalda brujo
en cada embrujo cuando partes a las garras
de tu tribu y
que por fin ya sabes que el único peligro
es que en alguna de tus ida se terminen
los pañuelos que se han bordado con tu nombre.

Me gustaría pensar que no te bastan
tus cobijas para ensombrecerte
por las noches la mirada y
que dejas tu escondite y
que das al sol la cara y
que vienes a escucharme la palabra,
a sentir de corazón un verbo tartamudo
que te tengo listo y
que breve de palabras y
que acompañado de otras dos letras,
sonará eterno,
mientras te permitas cobijarte en mi mirada.

Gayo. 18.2.11 en una tarde en la que el sol se ha ensañado con la acera a la cual no le ha quedado mas remedio que secar su llanto y borrar las huellas que vuelan a otros lados, a otros tiempos, a otros ojos como polvo.

Patrañando

Qué hacer con esta memoria tan rapaz
que se traga lunas llenas y enteras
con mis pupilas propias de mirarte
sólo para que tú vengas, y
vienes, y
me desespero con la comezón
en las pestañas y
me llenas con pequeños golpecitos dolorosos
el endeble lado izquierdo de este pecho
donde habita una muerte de amor muy mal llorada, y
me atasco de luna sin tu rostro y
recuerdos, y
pierdo lo cuerdo un momento y
te recuerdo, y
se me atora de nuevo entre los dedos
la maldita cobardía que vivía entre mis líneas y
esos versos que hubieran sido profanos si te los hubiera escrito,
esos versos que tal vez hubieran sido el dogal para tu cuello,
el anillo de tu dedo,
el presente con tu carne llena de alma a mi lado,
esos versos que hubieran sido para mi ego jake mate,
un imperativo ya no vayas,
un borrón piadoso en las leyes de otro credo,
una proeza del te quiero y soy tu dueño,
un magnifico olvido innecesario,
una corrección en las patrañas de la vida.

Gayo. 17.211 en una tarde de luna harta llena, con gran temor de que se caiga, con miedo de que sea allá en los tejados de los sin sentido, sobre sus antenas de TV que los tiene, inocentes, pensando como evadir las caricias nocturnas para el alma.

Lindeando

Sé que estoy viviendo en la linde
que divide tu mirada que me llega
buena y
calma y
en parte más carbona del cerebro
que se pierde fácil entre humo,
entre verbos,
entre motivo engañosos
que supuestamente nunca pierden la razón.
Sé que te has quedado preso al salir ileso
de todas las batalla de una sola tarde
cuando cuerpo a cama y
sin trincheras nos dimos lo que dimos
sin tregua ni armisticio
una cuarta arriba de la almohada y
una cuarta abajo del lábaro blanco
que fungía como sábana.
Sé que son cosas que pasan aún cuando
en la mesa se haya puesto previamente la baraja,
sé que un impulso lleva a otro y
luego el otro no sabe decir el porqué
las cosas pasan como pasan.
Sé que acariciaste las costras de mi alma y
en las cicatrices te entretuviste mirándolas
como medallas y
no como fracasos como en realidad debiste,
sé que estoy viviendo en la parte irracional
de tu momento y por descuido me he anidado
en tu mirada de esperanza
en donde, lo siento, no puedo navegar con calma.

Gayo 16.2.11 en una tarde donde la luna se ha sentido valiente y valiéndole muy poco los prejuicios y las habladurías se asoma desde muy temprano con su capa de verdad azul celeste, con su vestido de noche algo vetusto y con un jirón en el dobles que la hace verse un poquito no tan llena.

Navegueando

Se trataba de llegar a pie y
permitirle calentar a los escrúpulos
su robusto cuerpo debajo de la cama
con los trapos de las pieles
que se desprendieron con urgencia,
se trataba de tratar de navegar la colcha,
las sábanas,
los peces,
la caracola y
anclar de nuevo,
hacerle gala a las blanqueas y
estrenar agallas fondeando nuevamente
hasta que el océano vomitase y
rayarse uno u otro cuerpo en su superficie
con algunas insurrectas olas, y
pescar anémonas, y
atrapar el tiempo, y
olfatear amonia ¡que carajos!
se trataba de empaparle la piel al mar
mirando para adentro y gimiendo;
a soltar amarras, y
soltar las redes,
preparar anzuelo y
carnada y
va de nuevo,
se trataba de hacer todo sencillo
sin que el batel sufriera daños, y
quedar marino a sus ordenes, y
aprender la ruta, y
navega de nuevo.

Gayo. 15.2.11 en una tarde en donde a los luceros y a las nubes se les ha puesto falta en la lista de presente, en una tarde en donde la luna sabe que al estar presente los recuerdos le faltan el respeto al pasado, y el futuro con decencia, calla.

Revuelviendo

Uno busca y
busca pan con todo su aroma,
la contraparte ha vivido seca y
requiere sólo fatuo migajón caliente
pues sus días no han comido,
el hambre en las manos muerde y
no se fija qué se ofrece,
quien se rompe,
quien se da y
la homilía se revuelve.

Es como querer borrar las ojeras
estrujando los ojos que perdieron
los parpados de antemano.
La mesa estaba puesta y
aún con resquemores
se está petrificando
esperando un si como remedio.

La franqueza se lavó la cara y
tan desnuda como estaba no
pudo enjuagar las manos,
escribió en la cáscara de pan
pensando que era sólo carne.

Una parte pierde el habla
al navegar en las contradicciones,
la contraparte la perdió en el sexo y
ahora queda sin respuestas
ajándose a fuego lento en las frivolidades.

Gayo. en una tarde con una luna muy hermosa sin percha en donde colgarla, desnuda de nubes y luceros.

Desinverneando

Si vieras cómo miran mis narices
los transeúntes asomar a
un lado y a otro de la calle en busca del llegar
de tus caderas y en el piso
los charcos y
el lodo
que antecede cada una de mis huellas.

Si escucharas cómo suena aquí
en el local mi onicofagia y
el desgraciado eco que semeja
el tañer de las campanas al tronarme
cada dedo y
que suena angustia,
a no tardes,
a la marimba de tu espalda.

Qué te pasa qué no has pasado
a alimentar mis fantasías que fallecen
de bulimia al mirar otras espaldas
donde creo mirarte y
que no llevan ni ilusiones
del perverso de tu aroma.

Si tan sólo enviaras
pañuelos delatores mensajeros
que dijeran donde te ocultas después
de haber dado la vuelta de mi brazo o
por lo menos palomas de la paz de mis angustias,
no estaría escribiéndote algo cursi,
y si algo tal vez inteligente,
quizás hasta sensato,
pero dándote las gracias por haberme
despertado en el lado izquierdo de mi pecho
de nuevo el nuevo revolotear de las avispas y
las mariposas que invernaban hace tiempo.


Gayo 13.2.11 en una tarde en donde me he dado cuenta que las fragancias de marca marcan las narinas, marcan al alma.

Deshojeando

¿Cómo no si eres de los claustros
de pestañas desertor con la mirada y
te vas y vuelas a lo sueños donde tu palabra
es barca de pirata navegante,
astil contra viento y velas y
de sextante y timón tú gobernante?

¿Cómo entonces no caer como moneda
con la cara al sol y
con la cruz en la rendija
de tus afanosos brazos que atan
con el brillo de luz a plomo y
liberan con la fuerza de un corazón seguro?

¿Cómo no dejar hacer lo suyo
a la pena del azar cuando deshoja
el no me quieres para infundirme dudas y
quedarme tan tranquilo deshojando estrellas
con el suspirar seguro del que si me quieres?

Gayo 12.2.11 en una tarde en donde a las nubes se les hace tarde por llover y el frío, cínico el malvado, aún se pega a la piel cual lapa.

Destineando

Cuando la ocurrencia del destino
llevó tus pasos a mis brazos
ya habías tragado hojas de hierva,
incienso,
lumbre,
polvo y
brillos de cristales,
ya habías caído sin saber porqué
entre uñas,
garras y
colmillos,
en la cama de cuartos con paredes
adornadas con barquitos impresos a destajo,
casas con charolas ilusorias llenas
de galletas de jengibre y
felaciones de falacias que sabían verdaderas,
ya habías estado entre húmedos delirios,
huidas desastrosas,
llantos secos,
vueltas y regresos en dos palmos de narices,
ya en el astracán de tu espalda había quedado
por errado amor herrada con dos alas la figura
de una mariposa,
ya en tus labios,
en tus cejas y
pezones estaban las perforaciones de encontrarte
en otros días,
en otros labios,
extraviado de otros hábitos,
en otro con sus brazos quebradizos con su pecho
de árbol hueco y seco que no supo como retenerte,
ya tenías en las ojeras y en los labios diques
para retener guiños sagaces,
para contener caricias en las cejas,
para entretener ósculos efímeros,
desecar humedades en cualquier parte del cuerpo y
mantener a raya el aguacero de los cristalinos, sólo por si acaso.

Cuando la ocurrencia de mi parte fue llevarte a otra parte,
no había escrito en mi parte de guerra el blandir
el blanco trapo ante tus ojos ni someter a mis designios
a tu aliento ebrio de miedo,
no existía en el plan ni en la estrategia el extrañarte
cuando en la estación te dieras vuelta y
regresaras a ocultarte a tu feudo después de los estragos
que causaste a mi lado izquierdo, con tan sólo ir a dar la vuelta.

Gayo. en una tarde recordando como una simple vuelta, cuando es buena, puede permanecer después del frío, del calor y de la ausencia.

Sortilegeando

Desilusionado de mi propia ilusión
de querer escribirte algo.


En una tarde ya muy tarde para mí contigo,
en los mañanas recordé las noches que perdí
después de ti y tu tiempo a mi lado y
de las que era amante frívolo amante,
recodé el nacer suyo sensual enamorante
que iniciaba cuando la temperatura
no podía mas con el pudor, y
caía desnuda,
rendida y
sublimada ante el horizonte tímido y
hermoso que vestía sus mejores galas y
que sonrojado, se dejaba oscurecer enamorado.

Noches tan amadas que cubrían su sexo
con su negro manto salpicado en lentejuela
cuando sin decoro, y
mínima decencia, copulaban con la nada para engendrar
la luz del día a día y
de cada mañana.

Pero llegaste tú, canalla, en una tarde a rescribirme
el cuento de la vida y
entre frases,
oraciones y
suspiros me trajiste tu mirada verde calma,
la tempestad de tus cabellos,
el enamorar de tu palabra,
tus piernas delgaditas cual jirón de nube
presta a lloverse en mi alma y,
en el viento;
el tañer de las campanas de la iglesia
a todo vuelo que sonaban de tal forma tan divinas
que su canto era perseguido por el batir de las palomas.

Y fue la noche, cual celosa dama,
la que triste,
irritada y
encabronada nos miró en el lecho y
apartó de un tajo tu desnudo cuerpo
de las lindes de mi ombligo tocándole
con negra magia impaciente
al reloj el hombro para que
entre tú y yo todo pasara,
y pasó mi piel de novilunio, de inmediato
tú y las noches se negaron
a ser de mis amores mis amante y
como sortilegio,
mal encanto, o
maldición de mala madre,
condenaron a mi carne y a mi alma a tenerles
sólo entre recuerdos por las tardes, ya muy tarde.


Gayo. 10.2.11 en una encantada tarde extrañando a las amantes noches, viendo que cuando ya es tarde, sólo queda uno solo extrañando.

Sotaneando

No sabía que podía volar tan alto
en forma inversa al abrir el sótano
donde aguardaban las esperas,
al pintar de blanco la sala de pacientes
casi muertos de olvido,
al hacerme a la mar en un bajel donde la quilla
apenas soportaba el peso de los trapos y
que sin embargo me llevo con pausa a
puerto nuevo y seguro,
al sujetarme con denuedo de la sábana y
morder la almohada para no marearme en el descenso,
No sabía que no había perdido
la firmeza de la carne y
la entereza para soportar junto a la quilla
los embates de los vientos,
no sabía nada y después del viaje nada supe,
me extravié en fantasías, bajo nubes,
bajo le vuelo de la esperanza de volar de nuevo.

Gayo. 8.2.11 en una tarde recordando que aunque se tiene alas le damos mas importancia a los lastres.

Deliquiando

Te lo aviso, delfín del reino
de los llantos de las nubes
de mis ojos, están en la frontera
del olvido tus recuerdos,
están como fallidas hojas de poesía
listas para ser composta,
listos para el fuego que alumbra
la nocturnidad con siete cirios,
un atado de tabaco,
otros verbos,
lumbre,
pero todo sin metáfora.

La lluvia de tanto esperarte está enverdeciendo
otras miradas que por causa de la tuya parecían ciegas, y
te lo digo por lo bajo;
se están colgado nuevos bandos en las plazas,
en los cafetines,
en fundas de almohadas,
debajo de las luces de los postes
que alumbran por las noches cada calle,
cada rostro,
cada espalda,
cada esquina y todos hablan
de que está próxima la caída
de la magia de tu imperio.

Estoy cicatrizando de la herida
inferida a mansalva,
otros dedos han notado
que podían moldearla como plastilina y
al sentirlo he modelado mi figura
a la izquierda de otro tálamo, y
aunque los ojos he cerrado, no lo niego,
no he volado.

Aún me queda una brizna de esperanza
de que rompas tus votos de silencio,
escapes de las hordas de tus tribu y
deshagas a mis brazos lo andado,
pero no hay remedio y
te lo aviso deliquio de mis sueños,
la monarquía del cuento de mi vida
se te esta resquebrajando.


Gayo. 8.2.11 en una tarde como para comprar un café, subir a lo alto del carajo, prender u n Delicado y mirar sin hacer ruido como la noche, también con disimulo, fornica con la tarde.

Espaldeando

Con el lábaro a toda asta siempre se hizo
la liturgia a tu espalda,
sin reglas perniciosa pero con cabal respeto,
con originales ambiciones de excluir
los parangones de las ganas,
caminando paso a paso,
dedo y dedo, beso y beso y
lento –tú lo sabes, ay que lento-
los tropezones de tu espina,
contando y recontando los lunares que unía
en mi mente como ruta al tesoro.

Con aceite con el cual ungía tu cuerpo
antes de ensamblarte con el mío para terminar
mirándote como deidad aún viva después del sacrificio.

El reverso de tu cuerpo, caramelo,
ya no tiene alas,
las tomé la primera vez que cerraste
tus ojos mirando para adentro,
es marmórea aún estatua en movimiento
cuando sólo es cubierta
de los rulos tempestad de tus cabellos.

A tu espalda nunca le faltó la ceremonia
de los brazos,
el abraso,
los verbos y
mi aliento antes de allanar el tafanario,
no hay mejor lugar que la plaza de tu espalda
para notariar en la memoria tus edictos y
firmarlos con las plumas de tus alas y
la tinta blanca del deseo.


Gayo. en una tarde en que la temperatura ha caído rendida a los pies de la noche, ha caído sublimada cuando vio al horizonte hermoso, vestido de gala, pero tal vez inocente, pues se le miraba sonrojado.

Costumbreando

Tengo la manía absurda de evadir la realidad
y creer que el silencio al madurar se vuelve ruido,
así como el llorar por lo bajito puede construir
debajo de los ojos grises canaletas, o como esa
maldecida forma que tiene la luna de cambiar y
echarme a perder la mágica ilusión cuando de nuevo
es sencilla blanca luna.

Son desatinadas conjeturas, caramelo, tonterías de
buscar una razón en donde nunca hubo conciencia.
La verdad es que ahora que el tiempo se me ha bautizado
como medida de distancia cada vez te veo mas tarde, y
el silencio con el que ataviaste tu partida suena fuerte,
suena a ruido en mi cabeza.
Hace tanto que te fuiste que no puedo ya más que pensar
que la verdad es que desde antes de que te hiciera
al olvido ya estábamos perdidos,
extraviados sin remedio,
condenados por el tiempo a las trivialidades
de los besos y caricias por costumbre.


Gayo. 5.2.11 en una tarde acalambrada por la realidad y la distancia. Una tarde escondida atrás del horizonte desde donde apenas deja ver sus ojos tímidos mirando en rumbo de lo que parece realidad…

Doleando

El dolo de tu adiós no estuvo entre tus pasos
largos de zancudo cuando te miré a la espalda
al tiempo que agitabas sin mirar atrás
tu diestra mano tan siniestra,

ni de las interrogantes que se le escurrieron
con el golpe a la puerta como lagrimas de chapopote,
no germinaron, luz de luna en plata, de ninguna
bronca, pues estando uno del otro; conciliar
las discrepancias siempre terminó en el lujo
de flotar dos cuartas por encima de la cama.

El dolo le nació adulto y sin madre a tus verbos,
pues aún recuerdo, aunque estaba poco cuerdo,
que antes de colgar nuestro cariño en el cadalso
tus ultimas palabras fueron; no eres tú y
rabiando estoy porque te amo, soy yo que no
comprendo del amar la seriedad de quien me ama.

Con en eso, mi príncipe de alta mar y mal versar,
me partiste el pecho en la mitad que aún te ama, y
en la otra que atroz dolida hoy te extraña, y
en la razón, amor, el entendimiento
de lo que es el dolo sin piedad, disparado a boca jarro.

Gayo. 4.2.11 en una tarde fría perdiendo la emoción de lo que iba ser, tal vez mañana, una bella tarde, y esperando que en el mañana ya no haga tanto frío, ni sea tarde.

Tolereandote

Si tan sólo no estuvieras en mis días y
en mis sueños todos, piel de nube,
podría soportar la vida con mi piel
que aún por ti se me derrite enjambre
de mis inquietudes, podría soportar
que como nube te me escurrieras
por las fantasías mojando lo que en mí dejaste y
que se mira triste, y
que sabe árido y
que grita como herrumbre cada que me muevo
sobre la mordida que dejaste en mi almohada,
Si tan sólo al final de cada sueño
no me viera solo y sólo lleno
de mis corporales soluciones,
podría tolerar que como nube,
bruma o lluvia me acompañaras
en cada noche en los sueños y en los días
en los que vivir soñándote entre sueños,
príncipe de niebla,
como vaho, aún me humedeces.


Gayo.3.2.11 en una tarde viéndome solo de mi perrito, recordando los bellos silencios que me concedió, las bellas caminatas sobre el parque, los innumerables atardeceres que nos regalamos y que nunca alcanzamos, viéndome solo de su vida que se le escapó para nunca jamás cargar correa.

Frontereando

No termino de soñarte, no te sales,
no respetas el intento de olvido.
Cada noche te presentas
con tu piel de leche desnuda ante mis ojos,
sales de la nada donde al parecer te has encontrado.
Sales ofreciéndole a mis labios la sal
de mis demonios en la palma de tus manos,
exponiendo tu blanco tafanario a mis dedos,
al deseos y a las perversiones.
De nada vale que me oculte
tras convencionales rezos
con los ojos muy abiertos debajo
de los trapos de la cama,
llegas y me llueves perlas en el pecho,
en la frente, en el blasón que emerge
de mi cuerpo cuando me erotiza tu aliento.
No respetas ni las pesadillas donde te descubres
desde atrás de la apnea a mojarme con alevosía las axilas,
la frente, el bajo vientre, el madral de angustias
que lloran las distancias, mis garitas,
el amor que aún me resta y las fronteras.


Gayo.1.2.11 en una mañana en la que el Don no se conformó con dejar de su imaginación un hermoso horizonte que pintó cuala acuarela y sacó su luna delgadita, afilada, blanca como uña bien manicurada y borro con ella los rojos fuego para darle paso a los azules cielo.

lunes, 21 de febrero de 2011

Ángeleando

La ultima vez que pasó por el local fue hace año y medio, lo sé porque la pluma que cayó de sus alas aún está en el altar que le formé en mi rincón privado acompañado de tres medias docenas de veladoras.

Hoy regresó por un vaso de agua y porque allá afuera no encontró lo que buscaba, creo que siempre soy el último refugio. Sus alas como hojas en octubre se le comenzaron a marchitar y al caérsele las plumas germinaban como mala hierba en las lindes del camino. Su historia podría seguirse con facilidad recorriendo el camino desde la hierba más pequeña, hasta aquellas que ya eran altos matorrales.

Bebió en silencio mientras agitaba levemente de cuando en cuado sus alas como quien agita la melena después de salir del agua, me mostró lo que le quedaba de mirada, sus ojos seguían siendo bellos como notas musicales, su aliento aún aromaba como agua bendita y su piel blanca como la cera lunar en noche de buenos aullidos seguía sin macula. Sin embargo había mucha cosa que habían cambiado. Había conocido el amor por amor y el sexo por estar confundido, había besado para alimentar el ego y le habían besado para después decirle; te desprecio. Cosas de humanos, dijo.

Todo en su exterior menos las alas seguía siendo bello tal como lo recordaba, pero sin duda su interior estaba haciendo agua, se notaba que sufría algún dolor en alguna parte del cuerpo que no existe.

Aún así acerque mi rostro a su boca a una distancia tan breve como un suspiro, yo aún quería un beso como el que me negó la primera vez, aún estaba dispuesto a disolver mis labios en su miel y a quedarme mudo para siempre, si ese era el precio.

Me miró como hace año y medio cuando pasó por aquí, me tomo las manos y abrió una de ellas, puso una pluma casi idéntica a la que estaba en el altar enalteciendo mi rincón pero con la punta oxidada, y con una casi lagrima sobre los ojos me la obsequio al tiempo que me decía; escribe con ella mi historia, no le pongas veladoras ni esas mamadas que solo te obsesionan, falta poco para que estas dos pendejadas que traigo en la espalda caigan, entonces regresaré por ti y el beso de mis labios no tendrá costo, o quizás sólo regresaré a beber sin compromiso un poco de tu agua.

Gayo. 21.2.11 en una tarde en la que recordé que los ángeles, cuando baten sus alas, levantan polvo que después se anida en los recuerdos y en los ojos.