jueves, 2 de diciembre de 2010

Ojaleando

Hay veces que no basta hacerse el fuerte
con el pretexto del nudo en la garganta y
la oración por lo bajito al alto cielo.
No, no me basta con escribirte a veces y
tratar de terminar el duelo con un gracias hasta pronto y
después quemar lo escrito, y
mirar al cielo y
tragar candela o masa o mierda y
llenar con ello el pecho abierto de los sacrificios.
Hay veces que basta con esas metáforas
que hablan de partir en dos el corazón y
querer hacerlo real en un descaro de a de veras y
sentir la punta del puñal en carne viva y
sentir la sangre, y
sentir que muero sin reservas, y
sentir lo imposible, que seas tú por mi quien casi muera, y
después casi cobarde pedir que se haga realidad
un ojalá con una mano casi con tus dedos,
con unos ojos que me miren casi verdes como tu mirada,
con unas piernas tuyas-mías de y griega casi abajo de mi ombligo,
con una piel de astracán tuya casi mi cordero en mis manos,
en mi caza en mi puerta presa mía,
en mi casa templo para orarte tiempo para orates
de un casi viento que te traiga a mis brazos ojalá en un descuido casi tuyo,
en un casi tú a veces aunque ya no sea lo mismo.

Hay veces que hacerse el fuerte sólo es muestra
del desorden que se tiene, del despojo que dejaste,
del casi creer en los pecados de nuez o de manzana, y
del sentir que a solas nada llena, nada basta.

Gayo. acá nada mas viendo que cuando se ojaléa, la realidad es más ladrona, pinche perra.

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