viernes, 29 de octubre de 2010

Buenas para recordarte.

Que tarde tan buena para recordarte tiritando
al salir de la regadera rumbo al lecho;
tal vez húmedo de nervios,
de ganas o tal vez porque sabías
que tu frío atrasado en mis brazos por fin se disiparía,
que tarde tan buena para recordar tus ojos de
lince que todo lo miraban,
las resbaladillas del cielo de tus cejas,
las narinas centro de tu rostro que movías como conejo en celo,
tus huesos recubiertos de tu delgadez extrema y
tu piel de leche y
tu ensortijado pelo que se escurría por los hombros
cual dorada lluvia derramada miel de avispero,
y tus brazos en cruz sobre el pecho y tus
labios rojos brillante curvos de navajas,
tu vientre, tu vientre con la sola macula recuerdo
del original pecado que se convirtió en la profunda cueva
donde te escondí el beso que como punto y promesa
cerraba el verso que te declamé lamiendo los vellos de tu nuca,
¡ah! y tu sexo, tu sexo al que le urgía la caricia de mi sexo y
que hartó tus ganas, todos los mañanas, a tu cuerpo y su desliz,
pero no las ganas de querer de nuevo morderte la manzana
en buenas tardes frías, buenas para recordarte.


Gayo. 29.10.10 en una, brrr, fría tarde sumamente mezcalera de limón y sal de gusano, recordando cuando reptando sobre sabanas de seda, sumé dos cuerpos y el resultado fue uno solo. na ña ñaaa

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