Hay tardes en que la razón
-la mía que por ti no es mucha-
se entume cual órgano después
de un flechazo de agua fría en la madrugada,
y quisiera príncipe de luz, con la parte de animal
que se despierta en mí endurecida,
despojarte de tu piel de celofán que te protege,
para lamer tu piel hasta erizar tus vellos,
los remolinos de tus pelos bajo vientre,
el de tus axilas donde duermen tus aromas como en nidos,
los de tu nuca solidarios testigos del ritmo de mi cuerpo
que al entrar en ti por lo mas bajo,
sin dudas son, mis más altas pasiones,
y crucificarte a la cama como victima de mis deseos
para verte, suspirarte y regar tu boca, la herida de tu pecho
y los estigmas de tu cuerpo con la blanca espesa miel
que nace en mí para brotar en ti con fuego
-preparo… listo y fuego, va de nuevo-
y tenerte en piel desnudo para que seas mío ha mansalva
desde adentro hacia mis fueros;
cada día, cada tarde, cada madrugada con flechazo,
teniendo la razón endurecida o los simples deseos de animal en celo.
Gayo. 05.10.10 en una tarde azul como ninguna, pisando fuerte, pisando fuerte
martes, 5 de octubre de 2010
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