Nunca es mal tiempo para pasar
de nuevo a recoger lunares-migajas
por tu piel de leche. Cuando el tiempo
tiene gripa helada y tose centellas del cielo
que deslumbran los rincones de la cama
o estornuda sus lamentos en la comisura
de mis ojos provocando los deslaves de mi alma,
yo cierro las manos, abro fuerte las nostalgias
y recuerdo cada una de tus vértebras
vestidas de epitelio,
¿sabías que en el camino de tu nuca
hasta tus blancas nalgas
viven treinta y dos lunares y una luna nueva?
Nunca hay mal tiempo cuando se remoja aún
de nuevo el bao de mi cuerpo
en el recuerdo de la medianía de tu cuerpo.
Gayo. 1.10.10 (uy que numerito ¿no?) en una tarde recordando cuando me hice a la mar en lo mas alto del carajo soportado por el bao de aquella mi barquita de olvido y humo.
viernes, 1 de octubre de 2010
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