lunes, 31 de enero de 2011

Dedeando

Índice jalaría con rabia. Una fracción de segundo y ya jamás lo meterían en ningún orificio. No habría más, sólo era cuestión de esperar a que Mano introdujera el cañón a la boca y él mismo jalara el gatillo. La bala estaba lista y esperando carne en la recamara del revolver.

A Índice siempre le produjeron un asco infernal los pelos de la nariz, cualquier otro pelo y hasta hacerla de juez al indiciar a un pendejo melenudo le daba igual, pero los pelos nasales lo habrían hecho vomitar si hubiera tenido boca. Las costras de moco pasaban por asquerosas que fueran, pero el pelo nasal que se le quedaban entre uña y carne siempre lo hicieron sentiste un Meñique cualquiera y, caray, no es que juzgara el infame oficio de ése dedo menor de hurgar entre los colmillos para coleccionar pedacitos de carne y sarro ¡no señor!, a él lo que le producía aversión y asco eran los pelos de la nariz. Si al menos hubiera sido Medio. Estaba seguro que fuera cual fuera el orificio en donde lo anidaran a Medio era más digno que la nariz y, juraba por todos los altos cielos, que mucho más divertidos. Incluso, pensaba, habría aceptado de buen grado ser Anular y soportar por siempre cualquier añillo.

Mano estaba lista, él por supuesto sólo esperaba la orden de jalar del gatillo. El cañón ya estaba en la boca. Una fracción de segundo y todo sería historia.

Listo, no más pelos, no más ascos, no más indiciar a nadie, no más vida.

Entonces, sonó una entupida melodía en el celular; si nos dejan, nos vamos a querer toda la vida… No, por Dios, ¡no!. Rogó a todos los santos para que Pulgar no hiciera su trabajo. Todos sus ruegos fueron en vano, Mano sacó el cañón de la boca y Pulgar, cínico como era, hizo lo que parecía su única función en la vida, apretó, apretó el botón para contestar en el celular; era la reconciliación, Dorso secó algunas lagrimas, Palma acomodó los cabellos y dio tiernos golpecitos en las mejillas. Se escucharon risas entupidas a través de la línea, Pulgar también reía, sabía que todo seguiría igual y lo que más disfrutaba era que, justo en ese momento, Índice ya se convulsionaba de nuevo y para siempre, adentro de la nariz…

Gayo. 02.01.11 en una tarde en donde mi índice no señala más lo que pudo haber sido un muy buen horizonte.

Nota 1. Si se hurga la nariz, plis; hágalo donde nadie lo vea.
Nota 2. Por el amor a Dios, no dejé lo que de la nariz salga debajo de las mesas, se siente espantoso pasar la mano por ahí y encontrar rastros de otro ser.
Nota 3. Coma frutas y verduras, haga el amor sanamente y si fuma; invite

1 comentario:

  1. jajajajajaja, eres en verdad genial, sobran las palabras para decirte lo mucho que vales!!

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