Debería haber ley contra perjuros y ligeros y
satanizar sin miramientos las estafas,
y erigir cual juez a un buen viejo
que nos diga y nos repita; no seas bruto,
nada de eso va en serio,
y mirar la luna como luna,
los suspiros como viento,
las arritmias como aviso para escoger doctor,
tierra y lapida o urna y flama eterna, y
ser justos con la emisión de palabrería
que abarata las palabras, y
al mirar la luna decir simplemente;
ella me recuerda tu persona, es linda, es hermosa
pero allá se queda, no hay suspiro que la baje,
ni promesa que la haga tuya, y
recargar a la pareja en el hombro y
musitarle al oído; si así lo aceptas,
adelante hagámonos pendejos un rato por la vida,
que tal vez eso de novio se divida en no vio y
aceptarse como dicta la naturaleza y
si uno es feo que lo digan, ¡que chingaos¡,
y si es bello; carne busco tu pecado, y
entonces, cuando las cartas estén sobre la mesa
coger como verdad a las falacias y
también a la gitana si está muy buena,
pero entender que en el noviazgo la palabra
es grácil y bella cual gacela escapando
de un jaguar dispuesto a perder la línea, y
entonces, todo dicho en orden, ya sabiendo
que en el enamoramiento todo metáfora,
entender que de ello, la partida duele cual mentira y
es lo único que nunca, nunca es cursi.
Gayo. 09.11.10 En una tarde sin cucarachas, cursilereando y diciéndome; carajos, porque no había viejos a mi lado para que me dieran la doctrina
martes, 9 de noviembre de 2010
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