Recógete del suelo y trae acá
tu piel de leche crema,
deja en mis manos tu cubierta
/frívola piel tela acariciante de tu cuerpo/
deja que la arranque.
Tú despacio desnúdame tu alma,
anda niño, apuñalemos
por la espalda esa falsa moral
que entre los dos nos queda grande,
mi alma es tuya, envuélvela en tu aliento.
Escribamos tú en mi piel
y yo en tu alma
/y cambiemos de papeles; que sea viceversa/
el aroma de nuestras somáticas fragancias,
lavémonos con ellas lo que otros ven
como pecados curiosos de la vida.
Toma Jesús mío niño principito,
recógete del suelo de mi mano,
súbete de un brinco a mis zapatos,
yo te invento nuevos bailes,
crucifícate en mis brazos
yo te cubro de temores.
6ayo 3.3.10 en un día común
miércoles, 3 de marzo de 2010
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