miércoles, 23 de marzo de 2011

Hablando con el señor o puras pendejadas.

No sé si fue al segundo día de todos los días o al tercero, pero sin duda fue antes del séptimo cuando fue creada, de un soplo como todo, la abeja.

Lo sé porque antes de ser el tipo de canalla que soy, el señor me lo dijo justo una tarde mientras me dedicaba a la apicultura. El como llegué a esa profesión es sencillo. Tenía yo 15 años, era soltero, seguramente muy guapo pues a esa edad el que no lo es, o el que no se siente así, se mete un definitivo balazo, y yo a los 12, lleno de acné, chaparro y sin aspiraciones sexuales ya lo había hecho y seguía de pie para contarlo.

Total que a esa edad, la única vez que entré a una escuela, supe que había mucho mundo por recorrer, y ante el llamado del señor, me metí por dinero con las abejas, es decir, a su mundo.

El como supe que la abeja fue creada en esos tiempos también es sencillo, y cualquiera que se haya quedado dormido en el campo llano debajo de un maguey a 38 grados a las sombra, sabe que hay muy pocas sombra ahí debajo, que el agua del cuerpo se consume rápidamente, que la temperatura del cuerpo sube a los mismos niveles de quien delira una sifilítica fiebre y que antes de morir asado, los sueños se vuelven palabra del señor.

Así pues, cumplía todos los requisitos para ser confidente de cualquiera, incluso del señor que durante una hora me confesó que la abeja nació antes que cualquier ser pensante, y que lo hizo en ese orden para facilitarle a los pensantes la forma en la que explicarían, mas adelante a su grey y cuando la moral fuera ley, la forma de fornicar.

Sin embargo, la abeja tenía otros planes, los cuales no incluían ser para siempre la mala metáfora del coito, la abeja, me dijo el señor, trabajadora como es, no le inspiraba para nada eso de estar en boca de los padres mintiendo con eso de los pistilos y las corolas, a ella las cosas como son, o se habla claramente de penes, vaginas (uy, ésta palabra algo de super mística tendrá, que no viene en el corrector ortográfico de mi PC) , óvulos y esperma, o si no ni madres, que no se hable de ella, total para habladurías ya tenia de sobra con los zánganos de la colmena, sus planes eran definitivos, dominar la tierra.
Así que voló por todos los confines a polinizar hasta en los calzones de la tía Amelia que argüía que a ella le olía el trasero a rosas, creo panales aquí y allá, diseñaron el mejor sistema clasista de la era, el mejor alimento que jamás haya existido, cera para iluminar con velas las cenas románticas, los féretros, las misas blancas y las negras, para aromatizar cuartos de baño y para suplir al vibrador en las noches en las que uno no encuentra baterías y no ha pagado el consumo de energía eléctrica.

Crearon todo lo útil menos la democracia, bueno, crearon todo lo útil y se desarrollaron como el primer ser dominador de la tierra, incluso, a riesgo de su vida crearon el veneno en la punta de su aguijón para defenderse de moros y cristianos, ateos y conversos, negros, rojos amarillos y hasta rubios de ojos verdes mar en calma, y que dicho sea de paso, huele como a hormonas de ángeles, no sabe, la cosa mas divina del mundo, así que si a usted algún día le llega a sus narinas el perfume mas seductor de la vida, corra a todo lo que da, no importa si hay o no abejas, la vida en libertad es lo primero.

Bueno, pero regresando a esta romántica historia y para concluirla.

Yo absorto con semejantes revelaciones le pregunté al señor; Bueno ¿y cuál fue la falla del plan de las abejas? Y el señor me respondió; sepa la chingada, no sé de que me hablas, bebe a sorbitos el agua, si no te encuentro te mueres, mira nada mas como tienes la piel llena de llagas y por allá las colmenas aún sin “ordeñar”, eres un zángano cabrón.

En aquel tiempo era muy joven y atrabancado, pero perdoné sin rencores al señor cuando me despidió con majaderías y ahí en medio de la nada.

Aún creo en su palabra y más en aquella que decía que yo jamás sería buen apicultor, por fortuna también me quedó la enseñanza y el recuerdo de Raquel su hija, que santa entre todas las santas me obsequió su virginidad a cambio de mi ultima paga.


Gayo 3.311 en una tarde en la que el calor hace delirar hasta a los sueños de verdad, a los sueños de soñar despierto.

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