miércoles, 23 de marzo de 2011

Godeteando

No fuiste tú pedazo de cielo en primavera,
ni tus ojos verdes sin faros huérfanos
de nidos de gaviotas, sin olas ni mareas
con cenizas de barcas y velas.
No fueron las dos gotas de cristal
que me lloraste aquella tarde
que me preguntaste sí en una definitiva
despedida yo por ti, o algún otro cualquiera,
tuviera el valor de cegarle a mi cuerpo
el don de vida, y
mordías las uñas, y
sufrías, y
ansiabas en silencio que fuera el mayor
de los cobardes para que cuando partieras
a tus playas no descerrajara en mi sien
el tiro con el que después agonizaran
tus culpabilidades,

no eras tú panal de miel de avispas,
ni el veneno de tu lengua de carnada ni
tus labios de aleluya curvos como anzuelo,

no fueron tus palabras que decían
casi de verdad que te creyera y
depositara en tus manos mi confianza,
la ruta al horizonte, el tintero y
el godete en donde se preñaban
para enamorarte letras y colores,
realidad y fantasía, verbos y acuarelas,
prosas y grafitos, borrón y cuenta nueva.

No eras tú, la culpa es toda mía, y
de ése tanto suponer que amar y enamorar,
compromiso y verdad son la misma cosa,
fue ése tanto contagiarme de todo
lo que en mi mirada eres, y
de tus piernas, y
de tu novates en ciernes para olvidarme
que en la primavera se sienten mariposas
que le abonan el vuelo a las parvadas de hormonas.


Gayo. 20.3.11 en una tarde en la que el sol, cayendo a plomo, le causa urticaria a las aceras que aún cantan la melodía de sus tacones.

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