miércoles, 23 de marzo de 2011

Credeando

Y me quedé con el bocado atorado
después de ésa última cena en donde tu historia,
la historia y
la madre de todas mis derrotas
se quedaron sin mesías impoluto,

iba por ti con todos tus portentos y
preferiste cambiar la silla de virtud
para besarme desde un lado a un lado en mi mejilla, y
después la otra, y
te urgían tantos labios que los labios míos
fueron los paganos mientras te escondías
detrás de un árbol engalanado con una soga por corbata,

hay Jesús,
ay señor de casi todos mis desvelos
¿porqué cambiaste de ser mi adoración
a ser apóstata si eras redentor de mi pasado, y
de la buenaventura, de todo lo buena
que pudiera ser tu alma y tu piel
cubriendo la mía del pecado?

Ay Jesús mentor de todos mis pecados,
qué puñal ilumino tu vista con su brillo
para que hiciera que tu paso fuera liviandad
de solo un paso, sólo de paso.

Y yo que te miraba a futuro caminar mis mares
extrayendo de ellos los moluscos, vino, rezos,
conchas, caracolas con sus cantos y
a granel los peces sin argucias,
sin remilgos,
con nada que no fuera mas que el credo
que aprendí desde tus labios.

Gayo. en una tarde harta de calor recordando por temor el credo que casi estoy olvidando.

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