miércoles, 23 de marzo de 2011

Cordureando

Cada año le pido al azar que me invente
una dirección huérfana de esquinas,
un nuevo sur sin golondrinas ni gaviotas,
otra casa en la calle del mar
que haya extraviado el número
entre tus escasas letras y
que tenga en las ventanas distraídas
sus persianas, una morada desteñida
a la que no le hayan regado el timbre y
ya se le haya marchitado de tanto añorar
las huellas dactilares, una donde nunca vivas,
donde nunca mueras y
no tenga buzón ni ombligo ni una jacaranda
que le anuncie la llegada de las primaveras,
una donde nunca hayan vivido los recuerdos
ni se mueran nadie por leer tu apodo abrasándose
a mi nombre entre mis letras y
explicando que debajo de esta luna aún me deshidrato
al recordar que cerca de estas fechas fuimos uno,


cada año cuando llega esta harta luna
me llueven en el alma y
en los ojos tus palabras cual serpientes,
cada año envió una carta
sin moral diciendo en ella dos palabras
con tu nombre y apellido, relatando con detalles
como rayé tu pecho con los zumos de mi cuerpo y
la cordura que renté después de los desastres.
Cada tarde cerca de estas fechas me recuerdo
que entre tus piernas asfixiamos mi cordura.

No te apures, el azar es bueno y
hasta ahora no ha escogido ni un oriente,
nadie ha devuelto esas cartas,
creo que nadie sabe reclamar el exceso de amor
con el que narro ése acto en el que recorrimos
nuestros interiores y las pieles, o tal vez amor,
nadie siente, nadie abre, nadie lee.

Gayo. 18.3.11 en una tarde plena de luna llena, plena como pleno fui a su lado.

Nota 1. esta luna avisa que la próxima será día de crucifixión

Nota 2. la melancolía es hermana de todo amor fallido.

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