No pudieron perderse en el abraso de tu beso,
el fuego, Azul, corría en otras partes de mi cuerpo,
incendiaba cada vello,
cada poro,
cada vena, las ganas…, mi piel que se curtía
con el fuego de la tuya flor sembrada en horizonte.
No pude perderme en tu mirada de obsidiana,
intuyo que mis ojos estaban volando en otro plano,
sospecho que cerraste las ventanas.
La lluvia de tu aliento se escurrió, despacio,
lento, como sollozo de gruta buscando reposar el alma,
como llanto de lluvia ocultando otras miradas.
Tus labios saben cuánto es mi deseo de hacerte
un altar sobre tu piel de tarde en compañía,
tus labios saben que en mis labios
se derriten, miel de mascabado.
Gayo 17.5.11
jueves, 30 de junio de 2011
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