Deja los juicios atrás de la cordura,
allá en el rincón,
junto al closet o que se laven con burbujas de jabón y
permite que te corte del jardín de los huérfanos de sexo
un diente de león que no pierda la melena al primer suspiro,
ni se sonroje con las verdades que te ocultan los espejos y
que te recitan como oraciones tempraneras
mis ojos curtidos de espejismos,
déjame cortar tu juicio,
la razón y
la cordura,
ya nos nacerá sobre tu pecho algo nuevo,
otro diente de león entre garabatos de cuaderno,
entre la paja que se riega con el agua de mis ojos,
entre ojeras suspensivas,
permíteme, agua de luz, mirar tu desconcierto
cuando el sol abra los ojos, cuando la luna se maquille
con el rímel de la noche,
cuando el viento le pida venia al pasar a las rendijas
de las alas de la guarda y la persiana.
Déjate levar a un lado de mi almohada las velas
de tus sueños y
fragüemos en los despertares un andar
que no rechine ni resbale sobre asfalto,
que haga huella al pisar el avispero del estomago.
Déjate podar con mis dedos, misterio de azúcar, las plantas de tus pies
para que me crezcan por el cuerpo como piernas, como enredaderas.
Gayo 1.7.11 en una tarde que pudo ser solamente pasada por agua y que sin embargo en su viento como suspiro se escondía un beso tímido que por fin llegó a mi mejilla, a su destino.
Nota 1. El pulpo quería casarse y pidió la mano, la mano, la mano, la mano, la mano, la mano, la mano, la mano de la pulpa
Nota 2. Era un pulpo tan pervertido que solo se excitaba con la pulpa de fruta.
viernes, 1 de julio de 2011
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