Que triste debe ser
el deseo
que se duerme en cuna de zapatos
encerrado en el armario,
abrigado por las capas del polvo
de los días que se caminaron sin huella
como ser perdido,
junto a los besos de ojal en la solapa,
sin tallos,
ni pétalos,
sin puntos,
ni botón de flor ni buenas noches.
Que tristes deben ser las comas
que por un descuido
he dejado en el tintero junto al deseo
de carne y
hueso
junto al amor del buenos días y
los días que cansados de llegar
recargan la cabeza
sobre los codos
en el pretil de la ventana.
Gayo 4.5.11 en una tarde acompañada por desconocidos, añorando las tardes del local
miércoles, 4 de mayo de 2011
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