Las atalayas en el altozano
acogen sin remilgo
palomas de plumas verdaderas
y de humo de cigarro,
de amen y paz bendita,
palomas mensajeras
de idas y vueltas sin respuestas,
tiemblan con el viento
el pesar de tantos vuelos,
el calor de cada cuerpo,
el suspiro
y el miedo
con el que le ulula la luna al recuerdo,
moribundas de mareo,
cada tarde
echan al viento sus badajos,
no tiene conciencia,
nada sienten,
y sin embargo;
hasta el camposanto tiembla, todo suena.
Gayo. 19.08.10 en una tarde de lluvia como para hacerle misa al recuerdo de los placeres y salir muy bien librado.
jueves, 19 de agosto de 2010
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