Y yo que te escuchaba palpitar tan fuerte,
tan sereno,
tan de paso firme sin ninguna duda vamos a la cama,
digamos –digamos, porque aun conservo el plural obseso
de pareja niño mantequilla- sin cinismo, verdadero y
tan cabrón que te veías que empeñé en el pliegue
de tus bellas nalgas blancas toda fantasía,
el mirar al horizonte y
el sueño de aquel departamento en la playa en donde
en la estancia quedarían grabadas nuestras palmas
a una cuarta de distancia,
que ligero resultaste príncipe de capa azul y
pisadas de azúcar que volaste como globo de cantoya
al oír de mí el primer esbozo
de correspondencia y compromiso,
te embozaste con la capa y
en tu huida como gato lamiste tus pisadas
sin dejar rastros de tus migajitas de lunares en el cielo.
Que light resultaste corazón de azúcar
que ni para limonada te quedaste.
Gayo. 08.11.10 en una tarde difícil de superar después del sepelio de la cucaracha gay que pisé después de verla salir del closet.
PD: insisto, la pisé por ser cucaracha nada más, no por sus creencias religiosas, ni su color, ni preferencias sexuales.
jueves, 8 de julio de 2010
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